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martes, 4 de octubre, 2016

Me encuentro con frecuencia con gente con una perspectiva escéptica y a veces sospechosa sobre el cristianismo.  Para cristianos en los EEUU, esto es, me imagino, bastante común; en nuestros círculos de amigos y colegas hay muchos que viven completamente en el mundo secular.  Tal vez hayan tenido experiencias malas con una tradición religiosa como jóvenes; en otros casos, no tienen ninguna tradición de participación en la religión organizada.  Además, con frecuencia el cristianismo les parece intolerante y irrelevante porque no identifican con los mensajes de exclusión y reprobación de los cristianos conservadores que han dominado las conversaciones públicas en los medios de comunicación por mucho tiempo.

En los últimos años, la situación ha cambiado; los cristianos progresistas hemos empezado a hablar en público de nuestra versión del cristianismo, y algunos comentaristas progresistas han difundido en el ámbito público el mensaje de amor, misericordia, inclusión y paz de nuestro Salvador.  Pero puede ser difícil.  Y sobre todo porque con frecuencia todo el esfuerzo que hacemos para explicar lo que realmente representa Jesús, su vida y su muerte, parece deshacerse cuando algún comentarista conservador reduce el cristianismo a algo sencillo, egoistica y engreído.  Nuestro mensaje de amor y servicio parece ahogado en las proclamaciones públicas de cristianos conservadores que ponen énfasis en juzgar y excluir.

Esta semana hemos visto un ejemplo de como una distorsión del evangelio puede restarle valor a nuestra fe, haciendo que parezca ridícula y desagradable.  En una entrevista con Chuck Todd en el programa Meet the Press, el ex alcalde de Nueva York y partidario de Donald Trump Rudy Giuliani mencionó despectivamente de las infidelidades de Bill Clinton (como si tuviera algo que ver con la candidatura de su esposa, una idea obviamente ridícula).  Cuando Todd le preguntó si realmente era apropiado que Giuliani hablara de eso, dado que había tenido sus propias infidelidades, Giuliani respondió que «todos lo hacen» y añadió porque su caso era diferente: «Soy católico, y confieso esas cosas a mi sacerdote».

Para los medios y mucho en el público, era una proclamación ridícula y hipocritica.   Y para cualquier cristiano serio, es una mala interpretación que contradice el evangelio.  Sería fácil decir que deberíamos ignorar un comentario tan absurdo, pero no podemos.  Porque esta perspectiva sobre el cristianismo es, como otras distorsiones, parte del imagen negativo que tiene muchos en el público sobre el cristianismo.  La distorsión que presentó Giuliani es irrisoria, pero desafortunadamente se acepta con frecuencia como otro aspecto «ilógico» del cristianismo.  «La confesión no tiene significado», dicen muchos, «los cristianos solo lo usan para permitirse pecar y después deshacerse de su responsabilidad, o su culpa, o ambos».  Y por mucho que los cristianos progresistas intentemos explicar que esta interpretación es falsa, que se trata más bien de entrar en una relación con nuestro Salvador que nos permite vivir de una manera diferente y tratar a nuestro prójimo con la misma misericordia, nuestros esfuerzos se ven socavados por comentarios mezquinos y oportunistas como los de Giuliani.

No podemos permitir que el sacrificio de Jesús en la Cruz sea usado por políticos para su ganancia personal.  Más importante aún, no podemos permitir que se aprovechen de lo que nuestro Salvador hizo por y para nosotros para fines contrarios al evangelio.  La muerte de Jesús no representa un acto que simplemente borre el pecado del creyente y le permita juzgar a los demás porque el creyente no debe preocuparse por las transgresiones.  De hecho, los efectos de la confesión son opuestos a la actitud que expresó Giuliani.  Su perspectiva es que la confesión es un acto que realiza el creyente que lo pone en una posición de superioridad.  El evangelio dice que Jesús fue lo que hizo todo por y para nosotros; el perdón es algo que el creyente recibe y que lo humilla.  La perspectiva de Giuliani es que el creyente puede hacer lo que quiera con tal de que confiese; el evangelio dice que la confesión significa aceptar la misericordia de Dios y vivir como «nueva criatura» (2 Corintios 5:17).  Giuliani sugiere que como se le ha perdonado, puede juzgar a los demás; el evangelio dice que, en las palabras del Papa Francisco, «Reconcíliate para reconciliar»

Si queremos que el público vea el cristianismo como algo relevante, importante, verdadero, necesitamos rechazar públicamente los comentarios como el de Giuliani y de otros que usan el evangelio cínicamente.  La perspectiva que promulga Giuliani divide el creyente del no creyente; este muro—como otros de los que han hablado en esta temporada electoral—no es cristiano.  En las palabras de Papa Francisco, la confesión es una «“puerta,” no solamente para volver a entrar después de haberse alejado, sino también como “umbral” abierta hacia las diversas periferias de la humanidad siempre más necesitada de compasión».  Solamente por esta puerta podemos invitar al mundo a escuchar el mensaje de Cristo.

Comentario de Giuliani en Meet the Press: http://www.dailymail.co.uk/news/article-3819589/Rudy-Giuliani-married-THREE-times-just-like-Trump-says-everybody-unfaithful-s-OK-s-Catholic-s-confession.html (las traducciones son mías)

El papa Francisco habla de la confesión: http://ofsdemexico.blogspot.com/2016/08/francisco-en-la-confesion-resplandece.html

Foto: Por Jebulon (Obra propia) [CC0], vía Wikimedia Commons

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