Dar sin recibir

egipt-rocks-heart-1452033

viernes, 11 de diciembre de 2015

En una reciente reunión del comité directivo de nuestra organización benéfica, del que soy miembro, revisamos nuestro presupuesto para el año que viene. Algunas de las fundaciones que normalmente nos ayudan van a reducir sus contribuciones o cerrar por completo. Las donaciones de individuos se han reducido en los últimos años. Siempre llevamos a cabo un evento por año, que nos recauda más de diez por ciento de nuestro presupuesto, pero aún incluyendo esta ganancia, nos informó nuestro experto financiero, enfrentábamos un déficit de otro diez por ciento. Decidimos que necesitábamos organizar un segundo evento.

Si hablas con alguien que trabaja con una organización sin fines de lucro, es probable que en algún momento surja el tema de eventos para recaudar fondos. Planearlos y ponerlos en marcha son partes necesarias de financiar estas organizaciones, y con frecuencia toman mucho tiempo y esfuerzo. Bailes, conciertos, ferias, espectáculos de moda, torneos de golf, carreras—en ciudades grandes, eventos múltiples compiten por el apoyo de los que asisten a estos tipos de celebraciones y hacer contribuciones al pagar por las entradas (y tal vez también por la comida, las bebidas, o artículos de subasta). Imagino los buzones de los adineradas o influyentes en nuestra ciudad llenos de invitaciones a estos eventos, y espero que decidan asistir al nuestro. Y, por supuesto, rezo que todo salga bien el día de evento y entiendo cuán importante es que sea un éxito. Pero al mismo tiempo, me molestan las contradicciones entre esta parte de nuestra misión y nuestro trabajo directo los pobres.

La contradicción más obvia es entre los lujos de estos eventos y las circunstancias humildes, con frecuencia miserables, de los recipientes de los fondos recaudados. Invitados vestidos formalmente, sentados en mesas llenas de comida de alta calidad hablando de las vidas de los que no tienen ni comida ni ropa. Participantes en una carrera luciendo zapatos deportivos caros mientras en la agencia patrocinadora siempre se acaban las donaciones de zapatos usados por la gran necesidad entre los pobres. ¿Por qué estan disfrutando de las mismas cosas que les faltan a nuestros clientes—y no las formas básicas de estas cosas sino las lujosas—mientras hablan de sus necesidades? Hay algo que parece irrespectuoso, incluso cínico o condescendiente en todo esto.

Los invitados a nuestro evento con frecuencia se queden a una gran distancia de nuestros clientes y sus vidas. No es que yo espere que todos que nos donan dinero vayan a hacerse voluntarios, pero el evento normalmente se celebra en un vecindario lejos—literalmente y figurativamente—de nuestra agencia, que se ubica en un vecindario bastante pobre al que se puede llegar caminando o en transporte público. A veces algunos expresan un interés en visitarnos, y hay los que lo hacen. Pero normalmente se quedan a distancia.

Y finalmente, hay el asunto de todo el trabajo que se requiere para llevar a cabo un evento grande, y todo el dinero que una agencia debe invertir en realizarlo. En nuestra agencia, dedicamos horas tras horas a nuestra celebración anual y casi una mitad de los fondos que coleccionamos se paga por los gastos. No puedo evitar pensar en todo lo podríamos hacer con estas horas y dinero para nuestros clientes.

No quiero sonar ingenua o ingrata. Entiendo, por supuesto, que necesitamos dinero para mantenernos a flote, y que estos eventos nos recaudan fondos esenciales. Les agradezco a los que asisten que nos den dinero que otras personas gastarían egoístamente. Pero las contradicciones y contrastes me preocupan. Y se me ocurren unas preguntas incómodas: ¿por qué necesitamos ofrecer platos especiales, vinos costosos, y premios de rifas para recibir fondos? ¿Por qué la gente siente la necesidad de asistir a eventos de lujo para escribir un cheque? ¿Por qué no pueden donar sin recibir nada en recompensa?

Tal vez sea, por lo general, inevitable. La gente necesita razones por apoyar a una causa, y por supuesto es admirable que donen incluso si reciben algo en cambio. Y la realidad de nuestro trabajo es que para ayudar a los pobres, necesitamos la ayuda de los ricos, y es importante recordar eso y cultivar esas relaciones. Sin embargo, esperamos a veces recibir ayuda totalmente desinteresada. Y recientemente experimentamos tal acto, una expresión de generosidad no solicitada y sin ninguna expectativa de algo en cambio. Un hombre llegó a nuestra agencia una mañana después de escuchar de nosotros de un amigo, y le preguntó a nuestro director que necesitábamos. Después de hablar un rato, escribió un cheque enorme por casi la misma cantidad que ganamos en nuestro evento anual. Su acción me conmovió y me mostró lo posible. No es que no descuente el dinero que recibimos de nuestros eventos o que piense que no necesitamos continuarlos. Pero sueño con que más personas se sientan llamadas a dar sin recibir, permitiéndonos dedicar más tiempo y más recursos a los que realmente servimos.

Foto: Freeimages.com/Tatiania Bolshakova